Biólogos uniquindianos documentaron la reaparición de la Cotinga de páramo en el departamento del Quindío

El 19 de mayo de 2022, a las 10:35 a.m., los biólogos y docentes uniquindianos Albert Ospina Duque y Jean Parra Colorado caminaban el páramo El Campanario, en el municipio de Calarcá, en búsqueda de aves. Con los sentidos agudizados y el frío de la montaña calado entre sus pieles, observaron un individuo volando mientras atravesaba un camino con densos arbustos.
Un canto inesperado y poco común acompañó su vuelo que duró dos segundos, pero que fue suficiente para captar la atención de los investigadores. Inquietos, enfocaron sus ojos en la rama emergente de un árbol cucharo. Inmóvil y silencioso, el individuo permaneció allí durante 15 minutos para ser contemplado, analizado y fotografiado: coloración rufo en el vientre, gorra negra y dorso grisáceo. Sí. Era un macho de Doliornis remseni en todo su esplendor.
Dos meses después, los docentes uniquindianos regresaron a El Campanario y de nuevo avistaron a la Cotinga de páramo (Doliornis remseni), exactamente en el mismo lugar en el que fue vista en mayo. El primer registro de esta ave en Colombia se realizó en 1989, en la reserva Cañón del Quindío, en el municipio de Salento. Pasaron 33 años para que el departamento del Quindío tuviera un nuevo registro de avistamiento de esta especie considerada de baja densidad poblacional.
Figura 1. Mapa y ubicación de los registros de la Cotinga de páramo (Doliornis remseni) (A) en Colombia, con la zona de mayor concentración de registros y el registro reciente más cercano (Acevedo-Charry 2014, eBird 2024), y (B) en el Quindío, con la nueva localidad en el páramo El Campanario, municipio de Calarcá, y su registro más cercano en el municipio de Salento (Renjifo 1994).
El reporte de la especie, publicado recientemente en la Revista de Ornitología Colombiana bajo el título “Reappearance of the Chestnut-bellied Cotinga (Doliornis remseni) in the department of Quindío”, es importante porque es el segundo que se hace después de 30 años. Los investigadores uniquindianos que la documentaron fueron Cristian M. Ospina-Montoya, Albert Ospina-Duque, Jean W. Parra-Colorado y Larri Álvarez-Rodas.
“Este registro es una motivación para que los avistadores que ahora toman fotos o que suman listas de especies de aves nos generen información adicional, no solo para decir que la vieron en un lugar determinado, sino para saber más de su historia natural, que es uno de los grandes problemas de esta especie que, por cierto, está en una categoría de amenaza alta”, comentaron los investigadores.
Hacer ciencia participativa
De esta ave se conoce muy poco, señaló Ospina Duque: “no conocemos de qué se alimenta, ni sus ciclos reproductivos ni su migración estacional, entonces este gran aporte es una forma de seguir documentando e investigando, de manera que las generaciones que vienen van a poder trabajar en torno a ella y así prolongar su conservación en el tiempo”.
A partir del artículo publicado en la revista, comentó Ospina Duque, ya hay otras personas que han podido avistar y tomarle fotografías a la Cotinga en el páramo El Campanario. “La cuestión no es solo el aviturismo, sino qué vamos a hacer para conservar este lugar en donde la Cotinga está cumpliendo con todos los requisitos para sobrevivir. Por eso, desde la Universidad del Quindío y la Asociación Colombiana de Ornitología (ACO) hacemos un llamado a las entidades gubernamentales y a la Corporación Autónoma del Quindío (CRQ) para que se generen estrategias de conservación de estos ecosistemas y sus especies”.
Figura 2. Registros del macho de la Cotinga de páramo (Doliornis remseni) en el páramo El Campanario en Calarcá, Quindío, realizados durante el primer encuentro. Foto: Jean Parra Colorado.
Para los investigadores, la educación es el mejor mensaje que se puede dar para conservar la avifauna. Si bien el estudio científico es importante, si no hay un proceso de apropiación social de esa información que se está produciendo, se va a quedar guardada y no va a tener el impacto que se requiere. Sin ciencia participativa no va a ser posible que se dé a conocer el registro de especies que están en peligro de extinción.
Las acciones no son desalentadoras, concluyó Ospina Duque. Hay muchas personas preocupadas por el entorno, lo vemos en la cantidad de estudiantes que hay en el programa de Biología de la Uniquindío y en el gran número de avistadores que hay en la actualidad. Existen posibilidades en los territorios de que, a través de la biodiversidad, se logre un proceso sostenible en el que haya beneficio tanto para la población humana como para los ecosistemas.
Por: Nathalia Baena Giraldo, periodista Medios Institucionales.
Fecha de publicación 09/07/2024
Última modificación 09/07/2024